(Dra. Josefina Bonilla de Bendaña, Directora Ejecutiva de la Federación Red NicaSalud)
Debe enseñarse a los niños cómo bañarse para estar limpio y cuidar la salud. En la infancia se enseña el baño diario jugando y cantando, y de esa manera los niños lo incorporan como una rutina placentera. Conforme se avanza en edad, los niños y las niñas van haciéndose cargo de algunas tareas como “echarse el agua” o abrir la llave de la ducha, o restregarse los brazos con jabón….cualquier tarea va sumando hasta tomar la responsabilidad de bañarse solitos.
Bañarse es un acto privado, debe ser asumido por la mamá o quien está a cargo del niño o la niña. Es una buena actividad para también hablar de las partes del cuerpo que tienden más a sudar, o a tomar olores desagradables y también las partes que son más privadas. Llamar a las partes del cuerpo por su propio nombre es una buena práctica. Conforme la edad aumenta se va conversando para explicar que los cuerpos de las personas, asimismo de los niños, deben ser respetados por todos y no hay ninguna razón para abusar de ellos, maltratarlos, dañarlos.
La piel y el cabello están diseñados como mecanismos de protección, como una barrera contra potenciales daños del medio ambiente. Las suciedades y microbios o gérmenes están por todos lados y queremos prevenir enfermedades que puedan transmitirse a través de esos microbios. El baño diario ayuda a eliminar microbios, impurezas, células muertas de la piel, secreciones de las glándulas sudoríparas y sebáceas. Lavar la piel con agua y jabón ayuda a evitar malos olores en genitales, axilas, los pies, entre otras áreas del cuerpo.
El baño puede contribuir a nuestra tranquilidad; es relajante y el agua fresca nos anima. Es un estímulo para la circulación de la sangre. El baño y la ropa limpia facilitan las buenas relaciones sociales al mostrarnos respetuosos con nosotros mismos y con los demás. Practiquemos en las familias el baño diario, ayudando a las personas que por su edad o condiciones especiales no pueden bañarse solos.